Oct 27, 2022
Hoy día existe un gran desconocimiento acerca de las distintas alternativas para confeccionar un traje hecho a medida. Su elaboración es un proceso en el que cada prenda es exclusiva. La adaptación a la silueta es perfecta gracias a la calidad de la tela y a la personalización del sastre. El resultado: un traje único, personal y ajustado a sus deseos. De esto saben mucho en Textiles Vargas, negocio familiar que toma forma de experiencia y que no sólo tiene que ver con la elegancia o el vestir, sino también con la unión familiar y el compartir, aparte del gusto por la moda, el tiempo y el cariño, tanto entre padre e hijos como con sus clientes.
La importancia de la calidad de la tela y la autenticidad de las mismas son las características que identifican los trajes de Textiles Vargas. "Al comienzo teníamos muy poca variedad de telas Barrington". A partir de la década de los 90 comienza a entrar maquinaria y tecnología en Perú y es cuando comienzan a traer telas más finas: La Súper 100, Súper 120, Súper 140.
Patrones, telas y accesorios se unen para dar forma a Textiles Vargas. Andrés Vargas, natural de Cajamarca escribe su historia desde 1982, año en que abrió su primera tienda en Breña. Tras más de 30 años en el sector, el negocio ha crecido sin prisa, pero sin pausa, ofreciendo a sus clientes un trabajo meticuloso y artesanal cuidando hasta el más mínimo detalle. Hoy cuenta con tres tiendas muy diversas: en una de ella venden camisas; en otras telas Barrington más asequibles y en la otra las telas más finas. "Comencé en este oficio de casualidad", comenta Andrés Vargas, dueño de las tiendas del mismo nombre. "A los 16 años llegué a Lima desde Cajamarca y las personas que me dieron alojamiento tenían un negocio de telas. Con ellos comienzo a involucrarme en la sastrería a pesar de que mi idea era trabajar en un restaurante".
Con el paso de los años, las prendas han ido cambiando. Andrés Vargas recuerda que en sus inicios todo era un poco más artesanal ya que cuando él comenzó apenas había maquinaria. "En el pasado no había máquinas de hacer ojales para el saco o las camisas, se hacían a mano", declara. "En esa época los sacos eran más artesanales, se utilizaban los acolchados que iban a mano. Para el pecho se utilizaba una plástica, cerdas o algún material que lo hiciera fuerte. El saco podría pesar dos o tres kilos porque la tela Barrington era más pesada", sentencia Vargas.
Con el asesoramiento único para cada persona, el cliente puede elegir todo tipo de detalles para su traje. "Nosotros les asesoramos", explica Andrés Vargas. "Primero tenemos que saber para qué lo necesita. Si es para un matrimonio, para una reunión, para presentarte a un trabajo... Dependiendo de lo que sea se le recomienda una tela más fina", continúa. "También depende si el compromiso es por el día o por la noche porque Barrington tiene diversidad de colores y de diseños. Cada año es muy diferente y en nuestra tienda hay mucha variedad. Nosotros les asesoramos, lo que queremos es que nuestros clientes queden satisfechos".
Un traje a medida tiene la virtud de lucir lo mejor de cada hombre con máxima fidelidad a su personalidad y estilo. El perfil de la persona que se hace un traje a medida también ha cambiado. "Antes venían los vecinos porque mi tienda estaba en una zona populosa. Había academias, la Municipalidad, el colegio. Hoy día tenemos profesionales donde el sueldo es un poco mayor porque al ser tela de calidad y fina, el traje es un poco más caro. Pero también te dura más. Un traje hecho a mano, con telas de calidad como Barrington si no cambia mucho tu estructura física, puede durar hasta 20 años."
Andrés Vargas se siente orgulloso. Su negocio ha crecido gracias a su empeño, la pasión por el trabajo bien hecho y la cercanía con sus clientes. "Para mi todo esto ha sido muy bonito. Agradezco poder ayudar a mis clientes y también todo lo que he aprendido a lo largo de los años. Gracias a que comencé desde abajo, es que he podido evolucionar y abrir mi propio negocio", sentencia.